Qué nos deparará el futuro
Parece claro que nuestra máxima de observar al cliente, su estilo de vida o su forma de comprar no es de mucha aplicación en este período de emergencia sanitaria y confinamiento, porque lo que adquiere verdadera prioridad es el abastecimiento de la población, en tiempo y forma debida.
No obstante, ya presumimos que el distanciamiento social va a perdurar en el corto y medio plazo, y esta exigencia afectará, indudablemente, a la actividad comercial, y también hostelera y de servicios habituales, debido a su contacto físico y regular con la persona consumidora o usuaria de estos servicios. Esta circunstancia podrá suponer el cumplimiento, añadido, de requisitos de aforo en los locales, de distancias en colas de caja o zonas de posibles aglomeraciones, o de higiene y protección del personal. Además, se aconseja una comunicación exquisita de este cumplimiento a todos nuestros/as visitantes, porque lo agradecerán, sin duda.
Más que nunca, hay que cuidar a este cliente/a cuando empiece a visitarnos, tras la finalización del estado de alarma, viendo en ello una oportunidad para fidelizarle si generamos confianza y seguridad, valores de máxima atención en el futuro próximo. Ante un consumidor/a temeroso, desconfiado y muy prudente en su gasto, este objetivo debe guiar todos los días a la empresa del comercio. Las promociones o descuentos no constituirán una fórmula mágica, aunque ayudarán a reactivar el consumo, porque son limitadas en el tiempo, y el tiempo precisamente ayuda a generar la confianza, ahora tan necesaria.
SECTOR TURÍSTICO
Todo esto es aplicable, asimismo, al sector turístico, que ha de encontrarse con sus clientes y atraer a nuevos, por supuesto. Se aventura el despegue inicial del turismo de proximidad, donde el usuario permanece en un ámbito ya conocido, lo cual le inspira tranquilidad. En este contexto, podrían ser convenientes campañas para promocionar otros destinos, en el momento en que la emergencia sanitaria lo permita.