Separar familia y negocio, la clave para asegurar el futuro de las empresas familiares vascas
En una jornada en Cámarabilbao, Jaime Aguilar (Abante) resaltó la relevancia de una estrategia integral que alinee los objetivos familiares y empresariales para asegurar la continuidad de las empresas familiares vascas.
Cámarabilbao
Las empresas familiares representan una parte fundamental del tejido económico del País Vasco. Se estima que el 80% de las compañías del Territorio son de carácter familiar, generando el 55% del empleo privado. Sin embargo, a pesar de su relevancia, enfrentan un desafío crucial: asegurar su continuidad a lo largo de las generaciones. Según datos presentados por Jaime Aguilar, socio especializado en Asesoramiento Patrimonial de Abante Asesores, en una jornada celebrada este 9 de octubre en la Cámara de Comercio de Bilbao, solo una de cada diez empresas familiares consigue llegar a la tercera generación.
Separar los intereses familiares para garantizar la sucesión
El encuentro, que se tituló “Plan de futuro completo para la empresa familiar” y que forma parte del ciclo de actividades dirigidas a la empresa familiar que organizan Cámarabilbao, CEBEK y la Universidad del País Vasco, abordó un tema que afecta a miles de familias empresarias en Bizkaia: la importancia de separar los intereses familiares de los empresariales para garantizar el futuro tanto de la empresa como del legado familiar.
Durante el evento, Jaime Aguilar, destacó que en las empresas familiares conviven tres sistemas distintos que pueden generar conflictos: la familia, la empresa y la propiedad. La convivencia de estos sistemas a menudo provoca tensiones debido a la influencia emocional y las relaciones personales. Aguilar subrayó la necesidad de gestionar adecuadamente estas diferencias, ya que las emociones pueden distorsionar la toma de decisiones racionales que son cruciales para la supervivencia de la empresa a largo plazo.
“Preservar el legado familiar y planificar la sucesión es clave en todas las empresas familiares”, explicó Aguilar. En el País Vasco, la vida media de las empresas familiares es de 42 años, lo que supera la media nacional de 33. Sin embargo, para alcanzar estas cifras y superar los retos propios de cada generación, es indispensable planificar con tiempo y establecer mecanismos claros que permitan separar los intereses personales de los objetivos empresariales.
Uno de los mayores retos que enfrentan las empresas familiares es la sucesión, un proceso que varía dependiendo de la generación. En las empresas de primera generación, en las que el fundador suele tener el control total, el desafío radica en planificar adecuadamente la jubilación del fundador y establecer una estrategia clara de sucesión. Aguilar enfatizó la importancia de preparar a los fundadores para su retiro, no solo desde un punto de vista financiero, sino también desde una perspectiva personal. El fundador debe tener claros sus objetivos personales post-jubilación y asegurarse de disponer de suficientes recursos para mantener su independencia económica.
Por otro lado, a medida que la empresa pasa a manos de la segunda o tercera generación, los desafíos cambian. Las ramas familiares se multiplican y las relaciones se vuelven más complejas. En este contexto, la profesionalización de la gestión es esencial. En el País Vasco, el 90% de las empresas familiares está dirigido por personas pertenecientes a la familia, mayoritariamente de segunda generación. En estos casos, es crucial entender que, aunque la dirección pertenezca a un miembro de la familia, el accionariado está más dividido y existen más voces a considerar.
Para enfrentar este reto, es necesario separar claramente los roles dentro de la empresa y establecer órganos de gobierno independientes, como el consejo de administración y el consejo de familia. Además, Aguilar destacó la importancia de remunerar adecuadamente a los accionistas y gestores según los estándares del mercado, diferenciando los roles de cada uno.
El futuro de las empresas familiares vascas
El éxito a largo plazo de las empresas familiares depende, en gran medida, de su capacidad para planificar de manera anticipada, separar los intereses personales de los empresariales y profesionalizar su gestión. Las empresas que han logrado sobrevivir y prosperar a lo largo de varias generaciones han sido aquellas que han adoptado estas prácticas y han sabido establecer acuerdos familiares claros y consensuados.
Formar a las nuevas generaciones y facilitar la comunicación interna son elementos clave para preservar el legado familiar y asegurar la continuidad de las empresas. El desafío es grande, pero con la correcta planificación y una gestión profesionalizada, las empresas familiares vascas pueden asegurar su lugar en el futuro, protegiendo no solo su patrimonio, sino también su legado y compromiso con la sociedad.