El cambio demográfico, repercusiones para el consumo
Para 2050, más de las tres cuartas partes de los países tendrán tasas de fertilidad tan bajas que no podrán mantener el tamaño de su población.
Cámarabilbao
Aún no ha empezado, pero la tendencia parece imparable: la humanidad va a encoger.
Según el reciente estudio del Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington, publicado en The Lancet, para 2100 el 97% de los países (198 de 204) verán disminuir el tamaño de su población. Las muertes superarán los nacimientos y habrá cada vez menos personas en el mundo y por tanto menos consumo. En algunos casos, como en Japón, el desplome a final del siglo XXI sería dramático, podrían ver su población reducida a la mitad.
La cantidad de hijos por mujer cae sin freno a nivel mundial y se proyecta una población cada vez más envejecida. ¿Hay forma de revertirlo? ¿Cuáles serán los efectos inevitables?
Basta con mirar los gráficos. En 1950, las mujeres tenían 5 hijos en promedio a nivel mundial. Hoy el promedio está apenas por encima de 2 y conforme pasan los años, todas las proyecciones coinciden, seguirá cayendo. Más que un simple dato, la transformación podría ser el cambio demográfico más profundo que se experimente durante el siglo XXI.
El 15 de noviembre de 2022, la población mundial alcanzó la inédita cifra de 8.000 millones de personas, a tenor de este estudio, este podría ser el pico antes de doblar la curva para iniciar el descenso poblacional. La tendencia es global, pero el ritmo es distinto según la zona.
En los países ricos, donde las tasas de fecundidad son ya muy bajas, estas seguirán disminuyendo. Y Europa es un ejemplo elocuente de esta tendencia. El porcentaje de población europea en el mundo está disminuyendo, se calcula que en 2070 se situará en torno al 4 %, frente al 6 % actual.
Por su parte, España tenía una tasa de 2,47 hijos por mujer en 1950, se redujo hasta los 2,13 en 1980, desplomándose a 1,26 en 2021, de seguir así las cosas, en 2050 la tasa será de 1,23 hijos por mujer y en 2100 de 1,11. Es uno de los países con un declive más pronunciado de su entorno, pues para ese año Francia (1,49), Alemania (1,40) o la media europea (1,37) se situarán por encima.
La tendencia concuerda con la que viene señalando el Instituto Nacional de Estadística, que el año pasado marcó un mínimo histórico de nacimientos en el país. 2023 fue el séptimo año consecutivo en el que en España se registraron más defunciones que nacimientos, con una diferencia de 113.256 personas.
Este proceso tendrá una serie de repercusiones en:
- El mercado laboral: dado que la población en edad de trabajar está disminuyendo, para mantener el crecimiento económico tendremos que incorporar a más personas en el mercado laboral o aumentar la productividad a través de los avances tecnológicos y el desarrollo de capacidades.
- El empleo: las personas viven cada vez más tiempo y con mejor salud, y además muchas quieren trabajar durante más tiempo, aunque no necesariamente en el mismo tipo de empleo.
- Los servicios de asistencia: la creciente proporción de personas mayores en la sociedad conlleva una mayor necesidad de servicios asistenciales y supone un reto para la sostenibilidad financiera a largo plazo del estado del bienestar.
- El equilibrio demográfico: las tendencias demográficas no afectan de la misma manera a todos los países y regiones. Si bien se prevé que la población de varios Estados miembros de la UE empiece a disminuir en los próximos años, las previsiones apuntan a que otros experimentarán un crecimiento de la población durante el mismo período.
- Las zonas rurales: en general, la disminución de la población debido a los cambios naturales y a la emigración afectará más a las regiones rurales que a las predominantemente urbanas.
- La posición de Europa en el mundo: se prevé que la población de la UE represente un porcentaje cada vez menor de la población mundial en las próximas décadas, por lo que cada vez es más necesaria una estrecha cooperación a todos los niveles para garantizar la competitividad de nuestro mercado único.
¿Qué consecuencias tiene para la sociedad un planeta con menos habitantes? Es algo a lo que el mundo moderno no se ha tenido que enfrentar hasta ahora, por lo que estaríamos cruzando el Rubicón demográfico.
La consecuencia obvia del descenso de la población es la reducción de trabajadores a medida que se va jubilando más gente, lo que puede provocar un desequilibrio ante la caída de los ingresos públicos procedentes de los impuestos y el aumento de los gastos de jubilación. Cuando esto ocurre, los jóvenes tienden a abandonar el país, agravando aún más el problema de reducción de personas consumidoras.
Los factores demográficos, además, influyen en la cantidad de productos que la población compra y en el potencial de ingresos de las empresas comerciales. Japón es un buen ejemplo de cómo una caída de la población ha provocado que la oferta sea mayor que la demanda dándose como consecuencia un proceso de deflación o caída de los precios, algo a lo que ningún Banco Central se quiere enfrentar. La caída de los precios se ha relacionado históricamente con el estancamiento del crecimiento, la debilidad del gasto y la escasa confianza general en el futuro.
Hay quien piensa que las actuales tendencias demográficas van a afectar al mundo de manera negativa. Otros señalan que el descenso de la población implicaría menos estrés para el medioambiente. Hay una relación directa entre el crecimiento de la población y las emisiones de dióxido de carbono, por lo que un descenso de la actividad económica también repercutiría en una bajada del nivel de emisiones de CO2.
Si quieres conocer qué puede mitigar las consecuencias de este descenso demográfico, consulta la versión completa del artículo en el último Informe de Tendencias en Comercio elaborado por Enfokamer, Observatorio del Comercio de Euskadi, entidad perteneciente al Departamento de Turismo, Comercio y Consumo del Gobierno Vasco.